ÍNDICE

 

 

EPÍLOGO

 

 


 

Llegado ya al final de esta larga empresa, siento una mezcla de alegría y de liberación. Alegría, por creer que he hecho una obra buena. Liberación, por no estar ya bajo el afán cotidiano de acabarla cuanto antes.

Con mucho esfuerzo y tras de innumerables horas de trabajo (revisando papeles y poniendo orden en un ingente caos informativo), me parece que he logrado reconstruir los hechos y el ambiente del Garabandal de las "apariciones"..., con lo que puedo ofrecer a todas las personas de buena voluntad su primea historia.

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La "historia" de Garabandal, por lo que se refiere a las protagonistas y "su circunstancia" (o, mejor, sus circunstantes), no ha sido –ni es– del todo "angélica"..., como parece que fueron las de Lourdes y Fátima.

Yo encuentro por eso a Garabandal como más en la línea de la Historia de la Salvación, más en la línea de la misma Iglesia, donde las hermosas y altísimas intervenciones del cielo han tenido que entremezclarse de continuo con lamentables y repetidas miserias humanas; con el resultado que ya sabemos: una realidad muy compleja, desconcertante a veces, que si por una parte ofrece abundantes pruebas para que muchos encuentren "su verdad", no deja por otra sin motivos a los que se detienen en la duda y negación.

Yo creo en la autenticidad sobrenatural de Garabandal, tomado en su Conjunto. Pero no todo me ofrece la misma garantía.

Pienso que puede señalarse la siguiente escala de credibilidad:

1) Los hechos.

Es decir, aquellos fenómenos que han tenido una realidad comprobable.

2) Los dichos comunes.

Es decir, las afirmaciones o declaraciones en que coinciden las videntes.

3) Los dichos singulares.

Es decir, aquellas manifestaciones o anuncios que se deben sólo a una.

En este último caso, hay que proceder con gran cautela y discreción, puesto que, desgraciadamente, no podemos decir que todas y cada una de "ellas" se hayan mostrado siempre como merecedoras de absoluta confianza...

* * *

Ya hemos visto que el sábado, día 13 de noviembre de 1965, quedó cerrado el curso de los "fenómenos" en Garabandal. Desde tal día, efectivamente, no ha vuelto a ocurrir "nada".

Pero aquí surge una pregunta:

Ese día 13 de noviembre, Garabandal

¿quedó de veras terminado
o sólo quedó temporalmente interrumpido?

Mi impresión personal es que se trata de una simple interrupción. Porque he llegado a una cierta evidencia de que Garabandal está sin concluir. Que ha quedado como truncado, a la manera de una historia dramática, que por algún motivo se interrumpe de pronto, dejándola en puntos suspensivos..., pero que exige y debe tener su final desenlace.

Pienso que Garabandal es algo de enorme envergadura, que se desarrollo en tres tiempos

Un primer tiempo, con proyección preferentemente personal y local; tiempo de las maravillas y las comunicaciones entrañables...; un tiempo ya vivido: el que se cerró el día 13 de noviembre.

Un segundo tiempo, de paréntesis, de interrupción, de puntos suspensivos; tiempo de criba y purificación de adhesiones. Es el que estamos viviendo ahora, con sus desconciertos, con sus esperanzas, con sus abandonos...

Un tercer tiempo, que estamos esperando: el de que se haga por fin la luz sobre muchas cosas y empiece la realización de profecías con alcance universal: el Aviso, el Milagro, el Castigo.

* * *

Me parece fuera de dudas que lo que de verdad ha habido en Garabandal, lo que nosotros debemos ver a través de la maraña de tantísimos detalles, es una muy cuidada intervención del cielo, para ayudarnos en estas horas tan difíciles de la Iglesia y del mundo

Con tal finalidad, el cielo ha puesto delante de nosotros:

A) Una nueva "epifanía mariana".

B) Una llamada de atención hacia la Eucaristía.

C) Un anuncio de cercanos "tiempos escatológicos".

¿Por qué lo primero?

Porque bien puede ser que María sea nuestra última tabla de salvación... En Garabandal, Ella se nos ha manifestado –se nos ha dado–, sobre todo, como "Madre nuestra".

¿Por qué lo segundo?

Porque lo que menos puede dejarse oscurecer en la Iglesia, es la realidad de la presencia del Señor entre nosotros...

¿Por qué lo tercero?

Porque de hecho tales tiempos pueden estar ya a las puertas; porque no podemos perder de vista lo que repetimos en nuestro Credo: "Y de nuevo vendrá con gloria..."; porque sin un vivo sentido de expectación, como ya observó Papini, la religión no puede mantenerse viva en el corazón de los hombres.

* * *

Sí, no podemos perder de vista el gran desenlace.

"Los escritos bíblicos giran en torno a un drama teológico que se va desarrollando en toda la Historia y que refleja el designio salvífico de Dios, que busca constantemente al hombre ,para rehabilitarlo... Y desde los primeros capítulos del Génesis, hasta los últimos del Apocalipsis, se percibe una lucha sorda entre las fuerzas que se disputan el corazón del hombre. este, ejercitando mal su libre albedrío. elige vivir separado de Dios, para afirmar así su autonomía... y, por otra parte, un Poder siniestro parece dominar la humanidad, buscando apartarla de su órbita natural: el Dios de la Creación, que dirige el cosmos y la Historia." (M. García Cordero, "Problemática de la Biblia", página 3, BAC, Madrid.)

La escatología es lo que se refiere al final desenlace de ese gran drama que es la marcha de nuestra Salvación.

Y es cosa de preguntarse si Garabandal no tiene una cierta dimensión escatológica...

Has bastantes cosas en él que nos alertan y nos ponen ante unos "últimos tiempos":

–la presencia y destacada actuación del arcángel San Miguel, que aparece en el Apocalipsis como el ángel de los supremos combates

(Un postrer detalle en esta historia, que parece inacabable... Loli está viviendo en estos años, asentada en Estados Unidos, todo el alcance de aquella locución de 1965:

"Si en adelante ya no me muestro más a ti, es que te ha llegado la hora de sufrir."

Pero ha tenido unos días de paréntesis feliz en octubre de 1977:

 los días de su venida y breve estancia en España, en su tierra de Santander.

Más de un rato pasó con ella la señora de Gallardo, doña María Herrero. Y ésta me escribía el 30 de octubre:

"El otro día, tomando "rabas" (calamares fritos), que a Loli le gustan mucho y hacía años que no los probaba, ella nos contó cosas muy interesantes:

sobre el Papa...,

sobre Adán (que no descendemos del mono, ni, por evolución, de ningún otro animal, sino de un hombre perfecto, que fue Adán)...

Nos habló de un "sueño" que tuvo últimamente: el DEMONIO, ¡horrible!, queriendo enseñorearse del mundo... A los gritos de Loli, llamando a S. Miguel, éste se presentó, vestido de guerrero, no como ellas le habían visto en Garabandal; blandía una gran espada y empeñó batalla contra Satanás... A propósito de esto nos contó también cómo el demonio, por dos veces, le había quemado, cuando las apariciones, parte del escapulario que llevaba puesto..."

¿Qué creyente puede dudar de que el demonio y su mundo tenebroso son una realidad? Y él trabaja ahora como nunca, no por unos éxitos parciales, sino por "enseñorearse" decisivamente de este mundo en que Dios nos ha querido, para Él, a las criaturas humanas.

Es la gran hora del Príncipe de la Milicia Celestial (Ap 12, 7-8).

"Arcángel S. Miguel, defiéndenos en la batalla...");

– La rotunda afirmación de su mensaje del 18 de junio de 1965:

"Estáis en los últimos avisos";

– la trilogía del Aviso-Milagro-Castigo, cuyas características no permiten insertarlos como un número más en el curso de las intervenciones de Dios;

–la afirmación repetida –¡y comprometida!– de que, con el actual, "ya sólo quedan tres Papas" y, después, "el fin de los tiempos"...

Posiblemente, Garabandal ha venido para repetirnos a nosotros, los cristianos de estas novísimas horas, lo que mutuamente se decían como saludo y aliento los cristianos de la hora primera:

Maran Atha! : ¡El Señor vuelve!

Estemos a la espera.

Y mientras llega, todos nosotros, desde la realidad de Garabandal, repitamos una y otra vez, como en la fiesta litúrgica de María Mediadora:

A Cristo Redentor,
que todos los bienes ha querido que nos vengan por María,
rindámosle de hinojos adoración.
Amén. Aleluya.

555-558

A. M. D. G.